miércoles, 16 de enero de 2019

Cosas de padre e hijo 2

Cosas de padre e hijo

Capítulo 2

Pasaron unos minutos y comencé a recobrar la conciencia. El cuerpo me pasaba demasiado, mi pecho aún me ardía, pensaba que por el efecto del jarrón mi visión había sido afectada, ya que veía todo un poco más pequeño. Me levanté con cuidado del bote intentando no perder el equilibrio, cuando de pronto un mechón de cabello se deja caer frente a mis ojos. Intenté quitármelo de encima, cuando comencé a sentir que en realidad mi cabello había crecido demasiado.
 Mi miedo creció cuando decidí ver mi reflejo en el agua, lo que ví me dejó atónito. Veía a una señora más o menos de la edad de mi madre, con mis ropas puestas. 



-¡No-puede-ser!- dije de manera temblorosa.- Mi voz sonaba muy distinta, muy aguda por decir así. 
 Volví a observarme con mayor detenimiento, mis manos... las uñas de mis manos eran muy finas y largas, había ganado un poco más de altura, y mis... Pechos... Eran dos bultos enormes, mi ropa me asfixiaba por las tremendas medidas que tenía. Si mis amigos me vieran, no dudarían en sacarme fotos de espaldas. En ese momento, debido a la impresión de todo esto, no me percaté de que mi padre estaba conmigo.
 De pronto, de la cabina del bote pareció salir una chava más o menos de la edad de mi hermana, quedé petrificado al escuchar que me decía por mi nombre.

-¿E-Erick? ¿Eres tú?- Decía con temor. –¿De-de verdad eres tú? –Añadió. 

Nunca había escuchado a mi padre tartamudear tantas veces seguidas, por lo visto, su aspecto actual, lo agarró desprevenido. Y a quién no, parecía una adolescente con ropa de pescador. Sin razón alguna, solté una pequeña risa. 

–¿Papá? ¿Eres tú? –Decía algo incrédulo. –¡Claro que sí tonto!–Respondió.



–Esto es increíble, ¿no es así? –Decía mientras recorría cada parte de su cuerpo con sus diminutas manos –Por supuesto que lo es. Me pregunto qué lo habrá causado –En eso, comencé a recordar de golpe, que el responsable de todo esto, no era más que el jarrón –¡El jarrón! ¡Eso es! –grité. –Eso es lo que causó todo, ¿no ves que ambos estábamos discutiendo con las manos en él? . –Oh, por supuesto. Y bien, en dónde está para acabar de una vez con esto, fue muy divertido, jaja. –Respondió mi padre de una forma tranquila y un tanto burlona. 

 En ese momento recordé que lo había arrojado al río. Quería que la tierra me tragase, ¿cómo le explicaría esto a todos?

–Lo arrojé. –Respondí con un tono seco. 

–¿Queeeeee? ¿Que qué mierda hiciste? –Gritó con un gran cólera, sus mejillas se tornaron muy rojas, parecía que quería llorar pero se aguantaba. –¡No puede ser! Estamos perdidos. –Decía desanimado. –Todo esto es culpa mía. Yo deseaba volver a ser joven, de seguro, esa cosa estúpida malinterpretó todo y se hizo esto.

 Papá parecía que estaba a punto de romper en llanto, por lo que traté de animarlo diciéndole que también era mi culpa y que podíamos regresar a la normalidad si nos poníamos a buscar esa cosa. 

 Pero de pronto, nuestras intenciones de probar suerte volviendo a pescar desaparecieron al ver una gran nube cargada de agua. Papá sugirió que dejáramos esto para después, para no pasarla más mal con el agua. Por lo que salimos corriendo hacia el auto e ir a casa. 

 En medio del camino, no dejaba de pensar en las formas de contárselo a mamá para que ésta no enloqueciera al igual que mi hermana, parecía que papá pensaba en lo mismo, ya que no me dirigía ni una palabra. 

–Y bien hijo, ¿cómo te sientes? –Eso me hizo sentir un poco más tranquilo. 

–Bien, exceptuando que soy más alto...¡Y soy una señora! –Decía en tono de amargura, pero en el fondo sabía que esto era mi culpa. 

–Dímelo a mí, parezco una de las amigas de mi hija. –Decía mientras bajaba su mirada a lo que ahora parecían unos pechos debajo de su camisa. 

–¡Papá! ¡El camino! –Decía en tono alarmante.

–Lo siento hijo, pero estos pechos me han tenido distraído desde el momento en el que me desperté. Los tuyos están mucho mejores que los míos –Decía de una forma tranquila, como si intentara romper la tensión.

–¿Estas cosas? Son demasiado grandes la verdad –Dije mientras los estrujaba, hacer eso, me hizo sentir una sensación muy "eléctrica". Por lo que dejé de hacerlo por miedo. 



 No dejaba de observarme por el retrovisor, era imposible de creer que esto estuviese pasándome, tocaba mi cabello, estiraba mis brazos. Algo que me dejó perplejo fue la sensación de tener un vacío entre mis piernas, fue algo que no le tomé importancia al momento, pero ahora era algo muy grave para mí en ése momento.
 Estábamos a unas cuadras de llegar a casa cuando de pronto, una patrulla nos comenzó a seguir, empecé a ponerme nervioso, al parecer mi papá también lo estaba, pero intentaba a duras penas mantener la calma. Empezó a bajar la velocidad del auto hasta aparcar el vehículo en la banqueta.

–¿Puedo ayudarlo oficial?–Decía mi padre.

–Emm, en realidad me gustaría hablar con tu madre jovencita.– Respondió un tanto extrañado el oficial, dirigiendo su mirada hacia mí.

 En ése momento, me puse muy pálido, no sabía qué hacer, mi padre me dirigía la mirada como si me dijese que estamos en aprietos, lo cual era cierto...

–Claro que sí oficial, ¿qué se le ofrece?– Decía mostrando una sonrisa nerviosa, procurando mantenerme en mi papel, el cual según el oficial, era la madre de aquella jovencita que en realidad era mi padre. 

–Emm, señora, el asunto es que su hija es menor de edad, y está conduciendo éste vehículo, además de que se pasó el alto de un semáforo.–

 Todo estaba perdido para nosotros, en cualquier momento el oficial nos pediría papeles y lo peor, podríamos estar en la comisaría. De pronto, diversas imágenes se me vinieron a la cabeza, recordaba que situaciones como ésta, pasaban a diario en televisión, por lo que se me ocurrió una idea que parecía ser nuestra última salvación...

–Ummm, lo lamentamos oficial.– Decía con un tono sensual y preocupado. –Le estaba enseñando a mi hija cómo tomar el volante.– Sostenía el volante con ambas manos y mostré un poco mis pechos. –No volverá a ocurrir, ¿verdad cariño?– En eso, mi padre me miró incrédulo e impactado ante lo que veía.


–Ohh, así es ma-mi.– Decía a duras penas. 

 Al parecer mi plan había funcionado, o algo así, el oficial a penas podía hablar.

–Oh-oh-oh, está bien señora, sólo prométame que no volverá a ocurrir, en ése caso le pediré sus papeles y el programa crecerá, ¿está bien?– Dijo. 

–Wooow, ¡muchas gracias oficial!, yo sabía que todavía hay hombres buenos como usted.–

–De acuerdo, conduzca con cuidadc y suerte con las lecciones de manejo de su hija.– 

 En eso, papá encendió el auto de nuevo, y nos dirigimos directamente hacia la casa, no sabíamos cómo reaccionaría mamá o mi hermana, pero era lo de menos, sólo queríamos estar en un lugar más privado.

Continuará...

5 comentarios:

  1. Me encanta esta historia, como te explicas y laimaginacion que tienes, estoy disfrutando mucho.

    ResponderBorrar
  2. Gran capítulo, espero el siguiente con muchas ansias

    ResponderBorrar
  3. Muy buena historia, espero el momento en que las "nuevas chicas" se encuentren con su madre y su hija.

    ResponderBorrar